domingo, abril 09, 2006

Es bien rara la forma en que casi de la noche a la mañana llegaste a fastidiarme, suficiente como para que te haya mandado a la chingada, cosa que nunca he hecho, y lo cual consideraba muy estúpido.
Creo que fuiste en su momento uno de los mejores amigos que tuve, en su momento.
Tienes un humor raro, divertido las primeras veces, pero luego se vuelve muy repetitivo, como todo lo que haces, lo copias, lo cambias, le agregas, y terminas diciendo que es de tu creación.
Es cierto que corres un chingo, que aguantas de a madre, eres la verga jugando futbol, tienes una memoria con madre, que tú no se que más pedo. Es de las pocas cosas buenas que recuerdo que tengas, que no eres tan egolatra, viendo que eres el más verga, te das tu espacio de decirte "soy chingón", pero no abusas en ese aspecto.
Te volviste culero, cortante, mamón, y todo ¿por una vieja?, o por lo menos por eso parece.
Del enojo, empezaste a decirles a los demás que era un mamon, enojón, culero, mierda, y demás pendejadas, que talvez son actitudes que cualquier persona toma cuando se siente molesto, pero el que había empezado todo fuiste tú.
Nadie se dió cuenta de lo que pasaba, nada más Miguel (creo que el era tu mejor amigo, cuando dejé de hablarte) y la que te gustaba vió que el culero y mamón eras tú.
Cuando ellos dejaron de hablarte, te diste cuenta que el que se había equivocato habías sido tú, y regresaste a hablarnos para llevarnos como antes, de lo cuál no vi ningún inconveniente.
El problema fué cuando te preguntaron y exactamente fue así:
-Y ya se reconciliaron ustedes o que pedo?
-Si, estos pendejos vinieron a rogarme que les hablara.
Obviamente, yo no dije nada en ese momento, pero yo sólo decidí que ya no te trataría como amigo, sólo como a una persona como cualquier otra, ya no te tomaría en cuenta y ya no aguantaría ninguna mamada tuya.
Pasaron unos días, no recuerdo por qué, pero te advertí que dejaras de chingar, ya no aguantaría tus mamadas:
-Ya bájale de huevos o te voy a romper la madre.
-Sobres pendejo, aquí mismo.
Tú sabías que no te haría nada frente a todos, por eso te me pusiste muy machito, sabiendo que no tienes posibilidades de enfrentarme. Sólo te respondí con un discreto golpe en las costillas.
A los dos días, me hablaste como si nada, yo sólo te respondía con hipocresía. Me seguías, verga, no dabas de chingar, pero nunca dijiste, hey wey, perdóname, para ya dejarle de mamadas.
luego termino..

No hay comentarios.: